imagen Gutenberg la bola OchoGutenberg un tipo encantador de la bola ocho

Hasta ahora, en los artículos publicados, hemos hablado de algunos tipógrafos importantes del siglo xx-xxi, pero hoy ha llegado el momento de hablar del primero de todos ellos, Johannes Gutenberg, inventor de la imprenta de tipos móviles, antecesora de todos los sistemas de escritura no manuales.
Como hablamos de un señor que nació en el siglo xiv, vamos a conformarnos con que lo hizo entre 1396 y 1400, en Maguncia, entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico, hoy Alemania. Parece ser que su primer oficio fue la orfebrería, pasando más tarde la herrería, para volver a la forja de metales preciosos en torno a 1434. Durante estos años poco se conoce de él con seguridad, pero se da por bueno que estudió en la  Universidad de Erfurt en torno a 1419.
En aquellos años sólo existían dos vías de publicación de obra sobre papel. La copia mediante monjes o frailes copistas, que se dedicaban a la producción de libros y la impresión de trabajos de pocas hojas, principalmente carteles y folletos, mediante xilografía, que requería el tallado del texto sobre planchas de madera, difíciles de manejar y muy desgastadas tras unos pocos usos.
La revolución de Gutenberg viene por la creación de los primeros tipos móviles, que permitían una reutilización duradera, al estar fabricados en hierro y una disminución considerable del tiempo en el que tardaba en copiarse un libro frente al sistema tradicional.
Como muchos otros inventores, la suerte no acompaño a Johannes. Escaso de capital para poner en marcha todo lo necesario e imprimir 150 biblias, se vio en la obligación de pedir dos créditos para poder alcanzar la meta propuesta, en el segundo, entró como su ayudante un sobrino del prestamista. Cuando estaba a punto de finalizar el trabajo, volvió a arruinarse, en este caso el prestamista se quedó con la imprenta y las biblias, Gutenberg tuvo que solicitar asilo al obispo de la ciudad y afortunadamente, conocedor de su trabajo, se lo concedió. En 1455 Peter Schöffer, así se llamaba el sobrino del prestamista, terminó el trabajo que había empezado junto con Gutenberg y las biblias fueron vendidas rápidamente. Visto el éxito alcanzado, el prestamista, Johan Fust, se asoció con su sobrino y comenzaron a producir nuevos libros. Gutenberg, arruinado, se vio obligado a vender el secreto de la fabricación de imprentas.
En los últimos años de su vida, contó con la amistad de algunos personajes que le permitieron mitigar un poco su situación económica. Es sabido que contó con la ayuda de un trabajador del ayuntamiento de Maguncia, Konrad Humery, que le ayudó a montar una pequeña imprenta de la que salieron varias obras, entre ellas la traducción al alemán de una bula papal y un calendario médico en latín. En 1465, siendo un anciano, Gutenberg pudo tener, finalmente,una cierta seguridad económica gracias al mecenazgo del arzobispo de su ciudad natal, que lo nombró miembro de la corte real, le eximió de pagar impuestos y le concedió una pensión anual. La alegría duró poco, según fuentes de la época, Gutenberg falleció el 3 de febrero de 1467. Gracias a su trabajo, yo he podido escribir este texto y tú leerlo.