El otro día, en una reunión agradable con más profesionales del mundo de la publi y la comunicación (todos de diferentes áreas y como suelen ser estas reuniones de amigos del gremio) salió una estupenda pero demoledora frase «Trabajamos en grupo, pero no en equipo».

Y la verdad es que nos encontramos una y otra vez esta situación. Las funciones de cada uno están claras pero la coordinación se suele perder. A menudo comprobamos que el ejecutivo tiene una dirección y que en la comunicación con el equipo creativo se toma otra. Vemos, desamparados, como producción decide unilateralmente seguir un camino y como es comunicado «in extremis» al coordinador que se llega a encontrar las ideas (en principio brillantes y efectivas) deslabazadas y con varios caminos diferentes de entendimiento. El asunto se arregla como se puede, se vuelven a echar montones de horas y se le presenta al cliente al borde del desatino.

Afortunadamente la capacidad de improvisación salva muchas veces campañas o proyectos que en principio deberían haber satisfecho a nuestro cliente con un trabajo ordenado y bien dirigido. Se convierte entonces en una «venta de la moto» en la que claramente hay faltas de briefing y se llega al pública mucho menos directamente de cómo debería haber sido. Y no es un problema de creatividad o venta, sino de una coordinación deficiente que en su día se pudo deber a causas totalmente ajenas al proyecto. Miedos, incertidumbre por la situación actual (y más de una vez el intento desesperado de «salvar el culo» en la empresa) e incluso abiertas rivalidades se imponen al deseo del trabajo bien hecho, el control de la calidad y la satisfacción del cliente, muchas veces difícil ya que no se expresa en nuestro mismo lenguaje.

La solución, aunque simple, es tremendamente compleja. Se trata de conseguir una coordinación y sobretodo una clara comunicación por encima de las causas ajenas al trabajo. Muchas veces estas razones tan obvias se pierden en grandes empresas y, sinceramente, se recuperan en pequeños estudios. El problema es que un cliente fuerte quiere soluciones completas que muchas veces sólo pueden darse a través de grandes compañías (compra de medios, estrategia, ATL…). Tal vez sea el momento de empezar a entenderse entre los pequeños estudios y freelances y grandes agencias.